jueves, 7 de agosto de 2008

CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA

Hola nuevamente, en este espacio les presento mis reflexiones con respecto a la docencia.
“Mi confrontación con la docencia” y "La aventura de ser maestro".
En mi caso considero crucial mi paso por el bachillerato, me inscribí en la Preparatoria “Tecayehuatzin” ahora Colegio de Bachilleres Plantel F5 del Estado de Puebla en donde surgió mi interés por la filosofía y la historia, así una nueva forma de trabajo se mostró ante mí: la discusión y disertación, la confrontación de ideas, por otra parte tuve la oportunidad de cursar la capacitación técnica en laboratorista químico en donde interactué por primera vez con materiales y reactivos para llevar a cabo reacciones que aparecían a mis ojos como espectaculares, tanto llamaron mi atención que decidí estudiar la carrera de Química, realicé mi respectivo examen de admisión, quedando colocada en la Facultad de Química de la UNAM[1] en la generación 80, en esta escuela me encontré con una amplia diversidad de profesores y formas de trabajo en el contexto disciplinario, desde los fuertemente autoritarios hasta los muy laxos en su responsabilidad cotidiana, en éste ámbito logre sobrevivir culminado la licenciatura e iniciando otra en Ingeniería Química como segunda carrera.
Para entonces era el año 1984, en el cual principie mi trabajo profesional en el área de investigación y desarrollo de una empresa, era ayudante del responsable de formular adhesivos para PVC[2], para 1987 terminé la segunda licenciatura y me incorporé a la Escuela Nacional Preparatoria como docente en Química, ingresando en 1988 en la Facultad de Ciencias, ambas de la UNAM, simultáneamente seguía laborando en el área de desarrollo de adhesivos y pinturas hasta el año 1992, en el cual ingresé al Colegio de Bachilleres, es en esta institución en donde inicié mi formación formal como docente, pues ésta cuenta con un amplio abanico de cursos, tanto disciplinarios como didácticos, así como proyectos en los cuales es necesario desarrollar habilidades, actitudes y conocimientos para culminarlos. De tal manera que el apoyo institucional es de vital importancia para la formación de un docente, para que se asuma como un profesional en su tarea y se integre al modelo educativo propuesto. Así mismo, el maestro es de acuerdo a Freire (1993:29): “Aquella persona que se atreve a enseñar y debe estar dispuesta a capacitarse y analizar en forma crítica su ejercicio docente.”
Fue a partir de 1995 que decidí dedicarme únicamente a la docencia, y me parece relevante comentar que algunos compañeros que trabajaban y aún lo hacen en la industria, vieron mi incorporación a la docencia como un retroceso en mi carrera, escuche advertencias como: ¿Y vas a ganar suficiente?, ¿no es aburrido?, ¿por qué quieres dar clase?, ¿sabes dar una cátedra?, etc., de tal forma que en estos comentarios muestran una diversidad de posturas respecto a la escasa valoración que se le otorga a la docencia como trabajo profesional, sin embargo yo lo enfrenté como un reto, una forma de vida que además implica una responsabilidad social, por otra parte el trabajo docente permite una libertad de acción (Esteve, 2003:46), mientras que en la industria se responde a los intereses de la empresa, en tanto nosotros como profesores de una institución tenemos la obligación de seguir un programa de estudio que debemos seguir como guía, pero no como una “camisa de fuerza”, tenemos entonces la oportunidad de tener nuestras propias actividades y trabajos a realizar.
Mi primera experiencia con un grupo de estudiantes fue parecido al señalado por Esteve (2003:46), me enviaron al plantel 7 la ENP[3], cuando llegue frente al aula, ésta se encontraba cerrada y le pregunté a los estudiantes por la persona que abriría la puerta y me contestaron muy serios: “El salón se abre en cuanto llegue la maestra… ”. Esta respuesta me puso nerviosa, pues esos muchachos “insolentes” no reconocieron a la profesora, me preguntaba que sería de mí una vez adentro del salón. Llevaba preparado mi discurso de inicio de curso y las condiciones de trabajo y evaluación, a pesar de mi nerviosismo pude establecer comunicación con mis estudiantes, quienes se mostraron tolerantes ante mi inexperiencia y terminamos el curso con buen avance por ambas partes.
Los primeros dos años como maestra de Química fueron para mí muy intensos, pues reconocí que me hacía falta tender puentes entre el conocimiento disciplinario y el nivel de los estudiantes del bachillerato (Santos, 1993:3), así empecé mi búsqueda de identidad como docente, me interesaba que los jóvenes se adentraran en la disciplina y le encontrar sentido dentro de su proceso de formación. Reconocí que compartimos un espacio en el cual es importante llamarles por su nombre propio, pues esta situación los obliga a integrarse al trabajo del grupo pues son ellos mismos y no un número o letra.
En las clases de Química he encontrado que el trabajo de laboratorio es fundamental para “atrapar” la atención de los chicos, también la colaboración entre docentes del área es importante, pues los experimentos se deben probar antes de proponerlos a los estudiantes, también ayuda el uso de nombres atractivos y relacionados con su entorno (Santos, 1993:2), por ejemplo una actividad experimental la hemos denominado “La química en pañales” , en ésta se usa el poliacrilato de sodio, polímero absorbente que se sustrae de un pañal y se trabaja con agua a diferentes temperaturas, con la idea que formulen preguntas con respecto al comportamiento del polímero y la influencia del cambio de temperatura, finalmente lo deben extrapolar a la problemática de la basura por la presencia de pañales desechables y el costo por año de uso (Juárez y Rodríguez, 2000:1).
Es importante mencionar que a partir de 1993 y hasta la fecha, he realizado proyectos de investigación con estudiantes, éstas propuestas en principio han nacido como una pregunta en la clase y después los equipos interesados siguen desarrollando un trabajo extracurricular encaminado a participar en Ferias de Ciencias, en mi caso he participado en coasesoría con otros compañeros y estudiantes con proyectos experimentales tanto a nivel metropolitano, nacional e internacional, con alumnos y docentes tanto de la Escuela Nacional Preparatoria, el Colegio de Bachilleres y la Preparatoria Ricardo Flores Magón. Es interesante observar que la mayoría de los jóvenes participantes en estos proyectos optaron y en su caso han terminado una carrera en el ámbito científico y tecnológico.

“La aventura de ser docente”
El concepto de Esteve (2003:47) de maestro de humanidad me parece adecuado, sobre todo por que en lo particular he encontrado interesante la labor con jóvenes de esta edad, ya que en esta etapa están buscando una identidad y tratando la visualizar la carrera a la cual ingresarán posteriormente o en su caso definiendo su estilo de vida. Por lo cual es aquí cuando podemos interactuar con ellos, mostrando profesionalismo y gusto por las actividades realizadas como docente en un área que tradicionalmente se considera “difícil, aburrida, etc.”, a partir de esta actitud los jóvenes muestran en principio desconcierto y después asombro al corroborar su avance en la disciplina, algunos estudiantes desde la secundaria traen ese gusto por la Química y la ven reforzada al interactuar a otro nivel, mientras que otros se creían “tontos” porque no habían aprendido de memoria la tabla periódica, ni la nomenclatura, etc. Hay llevarlos a entender que estas sólo son herramientas de trabajo más no la finalidad en el aprendizaje de la Química, si logramos fomentar su capacidad de asombro, entonces estaremos en el camino de que consideren la posibilidad de estudiar una carrera en el ámbito científico, que se revaloren y no se consideren incapaces de asumir retos que les exijan esfuerzos en su vida, esto significa que los debemos obligar a pensar, no solo en la escuela sino en cada aspecto de su existencia, esto es entenderse a sí mismos y a su entorno (Esteve 2003:47) .
Debemos comentar con ellos que la escuela y en este caso particular el curso de Química es el pretexto para que desarrollen sus conocimientos, habilidades y actitudes, los cuales les servirán no solo para “pasar” o “avanzar” en una asignatura, deben tratar de asumirse como un investigador, aquel que intenta encontrar explicaciones a los fenómenos observados y conservar este rasgo en su carácter, cuestionarse constantemente: ¿Qué esta pasando?, ¿Por qué?, además deben aprender a compartir con los demás, incluido el profesor sus inquietudes y preguntas, no considerarlas “tontas”. Por las razones antes expuestas considero este trabajo como muy satisfactorio, por el constante contacto con los jóvenes, lo cual me obliga a mostrar dinamismo, iniciativa y constante inquietud en todas las actividades desplegadas. Esta última postura solo es posible consolidarla empleando lo que Esteve (2003:47) llama renovación pedagógica que nos permite emprender la tarea como una aventura y descubrir la forma de comunicarme y de hacer pensar a mis estudiantes con las actividades realizadas.
Puedo entonces concluir que la docencia no ha estado desligada de mi práctica profesional, pues me permite seguir en el área de investigación, sólo que ahora las actividades están enfocadas hacia el ámbito educativo, pero son igualmente complicadas, exigentes y demandantes como lo son ámbito industrial, claro esto ocurre si consideramos a docencia como una actividad profesional y seria, que no es una labor sólo de paso en lo que se encuentra otro trabajo en la industria.
Una situación con la que me parece complicado pugnar es con la brecha generacional, pues cada año soy mayor, mientras que los estudiantes atendidos siguen en la misma franja de 15 a 18 años, cada año son diferentes a los anteriores, por lo debo estar pendiente de sus expectativas y formas de actuar para no chocar con ellos, intentando que no huyan del aula (Esteve, 2003:49), debo ser convincente y sutil alcanzar su atención y tenerlos en el curso no por temor o miedo, sino persuadidos que les será un curso provechoso.
En particular en el Colegio de Bachilleres esta situación es crítica, porque Química I se imparte en el primer semestre y los chicos llegan en su mayoría asignados por el proceso de COMIPEMS[4] y esperando realizar otro examen y cambiar de escuela, ya tienen un historial de exclusión por su promedio secundaria, porque se consideran “tontos” por no pasar el examen de admisión, etc. Estas situaciones constituyen una mezcla “explosiva” que debemos manejar cuidadosamente y resolver en el salón de clases, nuestro trabajo consiste en hacer ver a los estudiantes que su paso por el bachillerato está encaminado hacia su formación como ciudadanos activos y críticos en la sociedad a la que pertenecen (Santos, 1993: 2).

Fuentes de información:
Esteve, J.M. (2003) “La aventura de ser maestro” ponencia presentada en las XXXI Jornadas de Centros Educativos. Universidad de Navarra pp 46-50.
Freire, P. (1993) “Cartas a quien pretende enseñar” Ed. Siglo XXI, México 141 pp.
Juárez, M.L. y Rodríguez, P.V. (2000) “La química en pañales” Actividad experimental No. 1 del curso de Química I, Preparatoria Ricardo Flores Magón, IEMS DF. Documento personal 4pp.
Santos, G. M.A. “La concepción del profesor”, selección del artículo: “La formación inicial. El currículum del nadador” publicado en Cuadernos de Pedagogía No. 220, Diciembre 1993, pp 50 a 54.(Documento Web)
http://www.cep.edu.uy/Practica/Revista3/Concepcionprofesor.htm, consultado el 12 de marzo de 2008.
[1] Universidad Nacional Autónoma de México
[2] Policloruro de Vinilo, plástico que se usa para las tuberías domésticas e industriales.
[3] Escuela Nacional Preparatoria
[4] Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior

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